Amargura

Un perro se juntó con un lobo para cazar. El primer día cazaron un venado. Ambos, comieron venado ese día. Al día siguiente cazaron un pato. El lobo se comió la carne y el perro lamió los huesos. Al tercer día no cazaron nada. El lobo se comió al perro. La amargura es como un lobo. La palabra amargura aparece 37 veces en la Biblia Ana tiene dos razones para amargarse: Una. Las injusticias de la vida: “…su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola…” (v. 6). Penina, es la concubina de Elcana, su esposo. Todos tenemos una Penina en nuestra vida. Dos.  Las imposibilidades de la vida: “…porque Jehová no le había concedido tener hijos.” (v. 6). Ana no se frena. Ana no acepta algo como imposible. Ante su imposibilidad:  pide un hijo varón. Pedir algo grande tiene una respuesta grande. Dios le concede un hijo varón. Ana tiene buena memoria:    lleva al niño y lo deja en el templo, como lo había prometido. Debemos aceptar que no tenemos control sobre circunstancias. Pero si sobre nuestra actitud. Una mujer fue mordida por un perro rabioso. El médico le dijo que escribiera su testamento porque podía morir de rabia. La mujer se sentó y estuvo largo rato escribiendo en un papel. El médico le dijo: “¿Tan largo es su testamento?”   “¿Testamento? ¡Oh, no, -dijo la mujer-  estoy haciendo una lista de las personas a quienes pienso morder! Mejor que morder a los demás, es superar la amargura hoy.