Un águila sabe cuándo una tormenta se acerca mucho antes de que empiece. El águila volará a un sitio alto para esperar los vientos que vendrán.
Cuando llega la tormenta, coloca sus alas para que el viento las eleve y la lleve por encima de ella. Mientras que el destrozo está abajo, él águila no se escapa de la tormenta. Simplemente la usa para elevarse más alto. Se levanta por encima de la tormenta. Cuando las tormentas de nuestra vida vienen podemos levantarnos por encima de ellas, poniendo nuestras mentes y nuestra fe en Dios. Las tormentas no tiene que pasar sobre nosotros. Podemos dejar que el poder de Dios nos levante por encima de la tormenta que trae la enfermedad, la tragedia, y las situaciones adversas de la vida.
Recuerda, el problema no son las tormentas de la vida sino cómo las manejamos. “Y Él les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma”. (Mateo 8:26). Las tormentas en la vida son inevitables. Pero Jesús es más grande que cualquier tormenta. Por lo que si Jesús viaja en la barquilla de nuestra vida, es imposible que la barquilla de nuestra vida se hunda.