Un hombre se encuentra desayunando. Llega su esposa y le dice: Jorge, me encontré esto en tu ropa, dice Marilú, ¿quién es ella? A lo que el hombre le responde: ¡Ahh! Lo que pasa es que fui al hipódromo y al caballo que le aposté se llamaba Marilú. Después de varios días, la señora le dice al marido en tono enojado:
¡Jorge, tienes una llamada telefónica de tu caballo! En el matrimonio es menester ser de una sola pieza. Fidelidad en el matrimonio no solo es la unión de dos personas en una sola carne, sino también en un sólo corazón. Fidelidad es dejar que Dios forme parte del cordón matrimonial: “Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” (Eclesiastés 4.12). Dos son capaces de resistir lo que quiere doblegar el matrimonio, con la ayuda de Dios. Si Dios en el cordón matrimonial, impedirá su rompimiento pronto. Fidelidad es darle como José la espada a la tentación. Fidelidad en el matrimonio es ser como Adán, quien para él, no hay otra Eva. Y como Eva, quién para ella, no hay en el paraíso, otro Adán. Mejor que una Marilú cualquiera, es la fidelidad a tu cónyuge hoy.