Hay un dicho que dice: “Vale más que digan aquí corrió y no aquí quedó”. Muchos, por no correr ante la tentación, han quedado derrotados ante ella. David, no corre ante la tentación que representa Betsabé, la esposa de Urías y como consecuencia queda atrapado en el pecado, la culpa y el sufrimiento. La Biblia dice en 1 Cor. 10:13: “ No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida….” Ante la tentación hay que usar la salida. Usar la salida implica huir de la tentación. Eso es lo que hace José: “Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”. (Gén 39:12). José no platica con la tentación. Platicar con la tentación es cambiar de nombre. Es llamarse víctima. José prefiere perder su túnica, que perder su integridad. Ser tentado no es pecado, el pecado es caer en la tentación. Dios no promete excluirnos de la tentación, pero si darnos salida…