- Una luciérnaga se paseaba por el jardín. Muy cerca de ella, un sapo se moría de envidia al ver su suave brillo.
- En cuanto la tuvo a su alcance, la atrapó entre sus patas.
- Ya casi muerta de asfixia, la luciérnaga le preguntó: -¿Por qué me haces esto? ¿Qué te he hecho yo para que me trates así? Y el sapo repuso: -¿Por qué brillas de ese modo? Eso es para mí la mayor ofensa.
- La envidia hace que suspiramos por el patio del vecino. Es decir por lo que alguien tiene.
- Es que vivimos en una sociedad que siempre está pensando en “…que ha de recibir mas.”
- La vacuna contra la envidia se encuentra en dar a Dios, “…gracias en todo…” (1 Tes. 5:18).
- La envidia tarde o temprano pasa la factura: “El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos.” (Proverbios 14.30).
- La envidia tiene un día feliz cuando los demás tienen un día malo.
- Recuerda: el diablo no puede sembrar la semilla de la envidia en un corazón agradecido.